The Art of Ballet Folklórico

El Arte del Ballet Folklórico

story by Larissa Baldovinos, photos by Javier Angulo, design by Katrina Nolan

The stage glows in a warm golden hue as a chorus of violins and trumpets fills the theater. Dancers, adorned in brightly colored skirts and charro suits, move in perfect unison. Their feet strike the floor in rhythmic bursts that echo like a heartbeat. You watch wide-eyed in wonder, captivated by the vibrant whirlwind of color and sound. 

Ballet Folklórico is more than just a performance. It is a celebration of history, identity and resilience. Across Mexico and beyond, this traditional dance form continues to captivate audiences, passing down stories through intricate footwork and elaborate costumes. PULSE delves into the roots of Ballet Folklórico, its regional variations and the passion of those who keep it alive today.

El escenario brilla en una tonalidad cálida y dorada mientras un coro de violines y trompetas llenan el teatro. Bailadores, adornados con faldas de colores vivos y trajes charros, se mueven al unísono perfecto. Sus pies golpean el piso en explosiones de ritmo que hacen eco como un latido. Usted mira con ojos abiertos, cautivado por el vibrante torbellino de color y sonido.

El ballet folklórico es más que solo una presentación. Es una celebración de la historia, la identidad, y la resiliencia. En todo México y más allá, este baile tradicional sigue cautivando a audiencias, pasando cuentos de generación en generación usando juego de pies intrincados y vestuarios elaborados. PULSE explora los orígenes del ballet folklórico, sus variaciones regionales, y la pasión de las personas que lo mantienen vivo hoy

The Origins / Los Orígenes

Ballet folklórico, a vibrant fusion of classical ballet and traditional folk dance, offers a modern reimagining of Mexico’s deep-rooted cultural heritage. This art form embodies the ongoing interplay of indigenous, African and European influences that have shaped the nation’s identity. Its origins can be traced to Mexico’s indigenous communities where regions like Veracruz, Oaxaca and Yucatán developed dances and rituals reflecting their connection to nature, spirituality and the cosmos. More than just a means of expression, these dances also served as acts of resistance, particularly during Spanish colonization.

Brenda Garcia, a sophomore international communications major and co-leader of CWU’s folklórico team, highlights this history when discussing dances from Veracruz. “While it is a wedding traditional dance, originally the folk song ‘La Bamba’ was sung by African slaves who escaped Spanish colonialists and hid in the mountains of Veracruz with the help of indigenous people from many places inside Veracruz,” she shares. This example reflects the enduring spirit of survival and cultural blending within folklórico, emphasizing the interplay of different cultures and identities.

Adrian Olivas, executive director of Bailadores de Bronce in Seattle, explains how ballet folklórico evolved through a combination of cultural influences. “There are European styles, native styles, even with pre-Hispanic elements and then Aztec and Mayan cultures, which evolve, especially after the Spanish came,” he says. Olivas also highlights the deep regional diversity in Mexican dance styles, noting how specific cultural exchanges shaped them. “In Guerrero, you see Chilenos influenced by Chilean ships that stopped there during the gold rush in Alaska,” he adds. He further points out regional variations in European influence saying, “For example, in Jalisco, there is a lot of French and Spanish influence. That’s why you have people with green eyes. In Durango, you have German and Austrian influences. That’s why you see the polkas.”

Polkas, which originated in Bohemia and spread across Europe before reaching the Americas, became a key part of Mexican folk traditions, especially in regions like Durango. There the blend of European and Mexican influences is reflected in local dance styles, often performed with brass bands or accordion music.

El ballet folklórico, una fusión vibrante de ballet clásico y danza folklórica tradicional, ofrece una reinterpretación moderna del arraigado patrimonio cultural de México. Esta forma de arte encarna la interacción continua de influencias indígenas, africanas y europeas que han moldeado la identidad de la nación. Sus orígenes se remontan a las comunidades indígenas de México, donde regiones como Veracruz, Oaxaca y Yucatán desarrollaron danzas y rituales que reflejan su conexión con la naturaleza, la espiritualidad y el cosmos. Más que un medio de expresión, estas danzas también sirvieron como actos de resistencia, especialmente durante la colonización española.

Brenda García, estudiante de segundo año de la carrera de comunicación internacional y co-líder del equipo folklórico de CWU, destaca esta historia al hablar de las danzas de Veracruz. “Si bien es una danza tradicional de bodas, originalmente la canción folklórica ‘La

Bamba’ fue cantada por esclavos africanos que escaparon de los colonizadores españoles y se escondieron en las montañas de Veracruz con la ayuda de pueblos indígenas de diversas partes de Veracruz”, ella comparte. Este ejemplo refleja el perdurable espíritu de supervivencia y mestizaje cultural dentro de lo folklórico, enfatizando la interacción de diferentes culturas e identidades.

Adrián Olivas, director ejecutivo de Bailadores de Bronce en Seattle, explica cómo el ballet folklórico evolucionó a través de una combinación de influencias culturales. “Hay estilos europeos, estilos nativos, incluso elementos prehispánicos, junto con las culturas azteca y maya, que evolucionan especialmente después de la llegada de los españoles”, comenta.

Olivas también resalta la profunda diversidad regional en los estilos de danza mexicana, señalando cómo los intercambios culturales específicos los han moldeado. “En Guerrero, se pueden ver los Chilenos, influenciados por los barcos chilenos que hicieron escala allí durante la fiebre del oro en Alaska”, agrega. Además, menciona las variaciones regionales en la influencia europea: “Por ejemplo, en Jalisco hay mucha influencia francesa y española. Por eso hay personas con ojos verdes. En Durango, hay influencias alemanas y austriacas. Por eso se pueden ver las polkas”.

Las polkas, que se originaron en Bohemia y se expandieron por Europa antes de llegar a América, se convirtieron en una parte fundamental de las tradiciones folklóricas mexicanas, especialmente en regiones como Durango. Allí, la fusión de influencias europeas y mexicanas se refleja en los estilos de danza local, que a menudo se interpretan con bandas musicales o música de acordeón.

A Reflection of Mexican Identity / Un Reflejo de la Identidad Mexicana

Ballet folklórico is more than a performance; it is a vivid embodiment of Mexican identity. Every twirl, every step and every beat carries the weight of history and the stories of those who came before. Offering a snapshot of its diverse regions, struggles and triumphs. As a living expression of pride and resilience, it connects dancers and audiences alike to a shared cultural heritage.

The blending of different cultural elements is central to the form’s significance. Take the Son Jarocho from Veracruz for instance, a fusion of indigenous rhythms, African percussion and Spanish melodies. This dance speaks to the larger story of mestizaje, the blending of cultures that shaped Mexico’s identity in complex ways. Mestizaje is not just about unity; it is about adaptation, survival and the continued evolution of Mexico’s cultural narrative.

Ballet folklórico’s power extends beyond the stage. It has become a symbol of national pride and resilience, particularly for Mexican communities facing the challenges of globalization. Adrian Olivas explains that these dances are “...About telling the stories of our people, telling the stories of resistance and of survival.” For many Mexican-Americans, ballet folklórico is more than a dance form; it is a vital anchor to their cultural roots, allowing them to express pride and maintain a connection to their heritage, no matter where they live.

El ballet folklórico es más que solo una presentación; es una viva encarnación de la identidad mexicana. Cada giro, cada paso y cada compás lleva el peso de la historia y las historias de quienes lo precedieron. Ofrece una instantánea de sus diversas regiones, luchas y triunfos.Como expresión viva de orgullo y resiliencia, conecta a los bailarines y al público por igual con un patrimonio cultural compartido.

La mezcla de diferentes elementos culturales es fundamental para la importancia de la forma. Tomemos como ejemplo el Son Jarocho de Veracruz, una fusión de ritmos indígenas, percusión africana y melodías españolas. Esta danza habla de la historia más amplia del mestizaje, la mezcla de culturas que moldearon la identidad de México en su conjunto. El mestizaje no trata sólo de la unidad; trata de la adaptación, la supervivencia y la evolución continua de la narrativa cultural de México.

El poder del ballet folklórico se extiende más allá del escenario. Se ha convertido en un símbolo de orgullo nacional y resiliencia, especialmente para las comunidades mexicanas que enfrentan los desafíos de la globalización. Adrian Olivas explica que estas danzas son “... Para contar las historias de nuestra gente, para contar las historias de resistencia y de supervivencia.” Para muchos mexicanos-estadounidenses, el ballet folklórico es más que una forma de danza; es un ancla vital a sus raíces culturales, que les permite expresar orgullo y mantener una conexión con su herencia, sin importar dónde vivan.

Dance, Trajes and Storytelling / Danza, Trajes y Narración

Ballet folklórico is as much about storytelling as it is movement. Each dance embodies a distinct narrative, using rhythm, music and choreography to portray the history and culture of Mexico’s diverse regions. Through these dances, performers share the stories of their ancestors—stories of celebration, mourning, resistance and hope.

One of the most iconic dances is “Jarabe Tapatío” (Mexican Hat Dance). Originating from Jalisco, it depicts a flirtatious courtship between a man and a woman. Christina Olivas, artistic director of Bailadores de Bronce, describes it as “...A partnership dance. Either the guy chasing the girl or the girl chasing the guy. It’s usually a love story.” The male dancer often moves with a “stoic” demeanor, while the female dancer moves with grace and energy, symbolizing courtship. 

Alexa Silva, a junior forensic economics major and co-leader of CWU’s folklórico group, shares that Sinaloa is her favorite region, describing it as "very carnival themed and really fun," which evokes the lively spirit of the Carnaval de Mazatlán, one of the largest carnivals in the world, behind only Rio de Janeiro and New Orleans. Also related to Sinaloa is the "Danza de Venado" (Dance of the Deer), a powerful and ancient dance rooted in the Yaqui people of northern Mexico. 

Building on vibrant energy, the "Danza de los Viejitos" (Dance of the Old Men) from Michoacán showcases older men who express both humor and wisdom through their movements. Dressed in elderly costumes with exaggerated masks, they perform playful, energetic steps. The dance symbolizes the cycle of life, the role of elders in society and the respect they command. In some cases, prominent community men are honored by performing this dance. Garcia describes the style of Guerrero, saying it involves “hip movement and flat feet, sometimes performed barefoot.” These grounded, deliberate movements help dancers spiritually connect to the earth and their cultural roots.

Before enjoying the movements of a dance, one must first take in the trajes (costumes), which play a crucial role, serving as vibrant symbolism. As Adrian Olivas explains, they are “a visual representation of the traditions in each region,” embodying indigenous roots and historical influences. For example, in Aguascalientes, traditional outfits feature vibrant dresses adorned with lace and ribbons, reflecting the state’s agricultural heritage. In Chihuahua, costumes highlight rural and ranching traditions, while Hidalgo’s attire is marked by intricate embroidery that connects to the Otomi culture. Yucatán’s light huipils (loose-fitting tunics) tie the attire to Mayan heritage, symbolizing the region’s cultural legacy.

 In Guerrero, Garcia shares that the women's attire features bright yellow baloné skirts, which represent "...The flowers of quadril," referring to the region’s traditional flora. She gave some insight on Veracruz, where the costumes are a reflection of how the state has evolved, noting that "Flowers in the hair symbolize a new beginning," which ties back to the region’s colonial past.

Adrian Olivas further emphasizes that the costumes from each region are "a connection to their roots and a symbol of the sacrifices made by their ancestors." In the contemporary era, ballet folklórico is evolving, with modern performers incorporating elements of hip-hop, jazz and contemporary dance. This adaptation helps engage younger generations, especially at Quinceañera parties where it is custom to perform dances to your family and friends. Christina Olivas discusses the balance between honoring tradition and embracing innovation, noting that choreographers face the challenge of keeping folklórico fresh while respecting its lineage. “Once it’s on stage, it’s no longer considered tradition anymore,” she says, “or once you put in a certain move or you’ve done this and that… that makes it less traditional.”

El ballet folklórico trata tanto de narración como de movimiento. Cada danza incorpora una narrativa distintiva, utilizando ritmo, música y coreografía para retratar la historia y cultura de las diversas regiones de México. A través de estas danzas, los intérpretes comparten las historias de sus ancestros—historias de celebración, luto, resistencia y esperanza.

Uno de los bailes icónicos es el “Jarabe Tapatío” (baile del sombrero mexicano). Originario de Jalisco, representa un cortejo coqueto entre un hombre y una mujer. Christina Olivas, la directora artística de Bailadores de Bronce, lo describe como “…Un baile de pareja. O el chico persigue a la chica o la chica persigue al chico. Suele ser una historia de amor.” El bailarín suele moverse con un porte estoico, mientras que la bailarina se mueve con gracia y energía, simbolizando el cortejo.

Alexa Silva, un estudiante de tercer año quien estudia economía forense y colíder del grupo folklórico de CWU, comparte que Sinaloa es su región favorita, describiéndola como “muy carnavalesca y divertida,” la cuál evoca el espíritu vibrante del Carnaval de Mazatlán, uno de los carnavales más grandes del mundo, solo después de Río de Janeiro y Nueva Orleans. También se relaciona con Sinaloa “La Danza del Venado,” una poderosa y antigua danza arraigada en el pueblo Yaqui del norte de México.

Con una energía vibrante, la Danza de los Viejitos de Michoacán muestra a hombres mayores que, a través de sus movimientos, expresan tanto humor como sabiduría. Vestidos con trajes ancianos y máscaras exageradas, realizan pasos juguetones y llenos de energía. Esta danza simboliza el ciclo de la vida, el rol de los mayores en la sociedad y el respeto que inspiran. En algunos casos, se utiliza para honrar a hombres destacados dentro de la comunidad. Garcia describe el estilo de Guerrero como uno que involucra “movimiento de la cadera y pies planos, a veces realizado descalzo.” Estos movimientos firmes y deliberados ayudan a los bailarines a conectarse espiritualmente con la tierra y sus raíces culturales.

Antes de apreciar los movimientos de un baile, primero hay que observar los trajes, que cumplen un rol fundamental y están cargados de simbolismo. Como explica Adrian Olivas, estos son “una representación visual de las tradiciones de cada región,” reflejando las raíces indígenas y la historia. Por ejemplo, en Aguascalientes, los trajes tradicionales incluyen vestidos vibrantes adornados con encaje y listones, reflejando la herencia agrícola del estado. En Chihuahua, los disfraces resaltan las tradiciones rurales y ganaderas, mientras que en Hidalgo, la vestimenta se distingue por el bordado intrincado que se relaciona con la cultura otomí. En Yucatán, los huipiles ligeros (túnicas holgadas) conectan la vestimenta con la herencia maya, simbolizando el legado cultural de la región.

En Guerrero, García comparte que el atuendo de las mujeres presenta faldas baloné de un amarillo brillante, que representan “... Las flores del quadril,” haciendo referencia a la flora tradicional de la región. Ella ofreció una visión sobre Veracruz, donde los trajes son un reflejo de cómo el estado ha evolucionado, señalando que “Las flores en el cabello simbolizan un nuevo comienzo,” lo que está relacionado con el pasado colonial de la región.

Adrian Olivas subraya aún más que los trajes de cada región son “una conexión con sus raíces y un símbolo de los sacrificios hechos por sus antepasados.” En la era contemporánea, el ballet folklórico está evolucionando, con los artistas modernos que incorporan elementos de hip-hop, jazz y danza contemporánea. Esta adaptación ayuda a involucrar a las generaciones más jóvenes, especialmente en las fiestas de Quinceañera, donde es costumbre realizar danzas para la familia y los amigos. Christina Olivas habla sobre el equilibrio entre honrar la tradición y abrazar la innovación, señalando que los coreógrafos enfrentan el desafío de mantener lo folklórico fresco mientras respetan su linaje. “Una vez que está en el escenario, ya no se considera tradición,” dice, “o una vez que haces cierto movimiento o haces esto y aquello… eso llega a ser menos tradicional.”

Enduring Legacy / Legado Duradero

In the United States, especially in areas with large Mexican-American populations, ballet folklórico serves as a vital link to cultural heritage. As Silva expresses, "No matter where you come from or where you are now, you can always reconnect with your culture, especially when it comes to dancing." This resonates deeply with many immigrants and their children, who struggle to preserve their cultural identity while adapting to mainstream society. Ballet folklórico becomes an act of resistance, allowing individuals to celebrate their heritage openly and reject pressures to conform. It also acts as a bridge to their roots, staying connected to traditions while engaging with new environments, and raising awareness about the Mexican-American experience through community celebrations and educational programs.

As a cultural artifact and artistic expression, ballet folklórico is especially significant in a society where cultural assimilation has long been encouraged. Marginalized communities, particularly Indigenous populations have faced efforts to erase their cultural identities. In an interview with the Los Angeles Times, Mexican choreographer and founder of Ballet Folklórico de México Amalia Hernández shares, “The power of the native dance, the power of these influences that have come into our days, this is what makes the folklore so rich. Not just steps, it has a meaning." Folklórico stands in defiance of cultural erasure, ensuring these communities retain space to tell their stories and celebrate their roots. With each generation, certain stories may be lost, swallowed up by time or diminished through the lens of modernity. What elements of folklore history have already been altered or erased—whether deliberately or unintentionally—and how can they be preserved before they fade completely?

En los Estados Unidos, especialmente en zonas con una gran población mexicoamericana, el ballet folklórico sirve de vínculo vital con el patrimonio cultural. Como expresa Silva, “No importa de donde vienes o en donde estés ahora, siempre puedes volver a conectarte con tu cultura, especialmente cuando es hora de bailar.” Esto resuena profundamente con muchos inmigrantes y sus hijos, quienes luchan por preservar su identidad cultural mientras se adaptan a la sociedad dominante. El ballet folklórico se convierte en un acto de resistencia, permitiendo que individuos celebren su legado abiertamente y que rechacen las presiones para conformarse. También actúa como un puente hacia sus rutas, al mantenerse conectados a tradiciones mientras interactúan con nuevos entornos, y al crearse conciencia sobre la experiencia mexicoamericana mediante celebraciones comunitarias y programas educativos.

Como artefacto cultural y expresión artística, el ballet folklórico es especialmente significativo en una sociedad donde la asimilación cultural ha sido alentada durante mucho tiempo. Las comunidades marginadas, particularmente las poblaciones indígenas se han tenido que enfrentar a los esfuerzos de unos de borrar sus identidades culturales. En una entrevista con Los Ángeles Times, un coreógrafo mexicano y fundador del Ballet Folklórico de México Amalia Hernándex comparte, “el poder de la danza nativa, el poder de estas influencias que han llegado hasta el día de hoy, esto es lo que hace el folklore tan rico. Va más allá de los pasos, tiene un significado.” Folklórico desafía el borrado cultural, al garantizar que estas comunidades conserven su espacio para contar sus historias y celebrar sus raíces. Con cada generación, algunas historias pueden perderse, consumidas por el tiempo, o disminuidas a través de la lente de la modernidad. ¿Qué elementos de la historia folklórica ya han sido alterados y borrados–ya sea deliberadamente o sin querer–y cómo se pueden preservar antes de que desaparezcan por completo?

Brenda Garcia and Alexa Silva have been friends since early elementary school. Garcia's curiosity about her culture sparked an interest in mariachi during middle school, leading her to seek new opportunities. She turned to Silva, a lifelong dancer, who encouraged her to join their local folklórico group in high school. Their shared passion for dance and Mexican artistry continued into college at CWU. After a few years of getting involved on campus, they decided to expand that passion within the Latinx Student Organization (LSO). In Fall 2024, they launched CWU’s Folklórico Group, offering Latino students a space to connect with their heritage—one zapateado and twirl at a time.

Brenda Garcia y Alexa Silva han sido amigas durante mucho tiempo desde los primeros años de la primaria. La curiosidad de Garcia por su cultura despertó un interés en el mariachi durante la escuela secundaria, llevándola a buscar nuevas oportunidades. Acudió a Silva, una bailarina de toda la vida, quien la animó a juntarse a su grupo local de ballet folklórico de la escuela secundaria. La pasión que comparten por el baile y el arte méxicano siguieron vivos en la universidad de Central. Después de involucrarse en la vida del campus por varios años, decidieron que esta pasión formaría parte de la Organización de los Estudiantes Latinx (SLO por sus siglas en inglés). En el otoño de 2024, lanzaron el grupo folklórico de CWU, ofreciéndoles a los estudiantes latinos un espacio para conectarse con sus herencias-uno zapateado y giro a la vez.

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